Y lo hicimos, y mientras te abrazaba pensé: "esto va a acabar mal".
Pero no por eso te solté, ni dejé de abrazarte.

Línea9

Y entonces subió una chica en la parada siguiente de la que yo me había subido. Vaqueros, sudadera gris y unas curiosas Converse azul turquesa.
Pelo castaño, ojos marrones como el café que me había tomado antes y una sonrisa de ésas que se contagian. Un completo ángel.
Una chica que, aún sabiendo que habrá muchas mejores fueras, sería suficiente para no volver a necesitar ninguna otra.
Me casaría con ella incluso.
Pero el autobús paró en el Infanta Cristina. Yo me bajé, ella siguió, y probablemente no la vuelva a ver ni a saber nada de ella.
Y eso es lo curioso y a la vez maravilloso de este mundo. Mañana volveré a coger el autobús y volveré a sentarme enfrente de otra chica a la que le pediría matrimonio, una y otra vez, hasta que conozca a la adecuada. ¿O no?
Si algo sé es que nada está escrito. Y es genial.
Mañana puede ser otro día cualquiera o el día que conozcas a la mujer de tu vida, que no tendrá por qué ser la que esté siempre contigo.
Porque si algo he aprendido, es que el amor puede durar años, o lo que tarda la línea 9 en llegar a la universidad.