sábado, 29 de junio de 2013
Not at all
viernes, 28 de junio de 2013
Si tuviera que daros un consejo os diría que os enamoréis. Que os enamoréis todas las veces que podáis y siempre que podáis.
Que el tiempo que pasas sin amar a alguien es tiempo perdido. Que sí, que podrá acabar y doler, pero la vida nos jode a todos una y otra vez, y los golpes se hacen más suaves con alguien al lado.
Quered a alguien. Quered con quien estéis y olvidad eso de "el único amor". Eso no existe. Hay primeros, segundos y últimos, y a veces la casualidad de que el primero sea el último.
Pero estamos "destinados" a conocer a gente, y nunca nadie es el fin. No dependan de nadie, pero a la vez recuérdale a esa persona lo jodidamente importante e increíble que es. Lo agradecido que estás de tener a esa persona.
Y que no, que la persona con la que acabamos no es la que está predestinada de fábrica para nosotros, sino por quien nosotros decidimos apostar.
domingo, 16 de junio de 2013
viernes, 14 de junio de 2013
No se cuánto tiempo hacía que no tocaba la guitarra. Pero hoy decidi volver a agarrar aquel cuerpo macizo de madera, "a ver que salía".
Primer acorde, horrendo.
Era de esperar, despues de tanto tiempo se habría desafinado sola. Me lleva poco tiempo volver a llevar cada cuerda a su tono correspondiente.
"Re mayor". Mucho mejor, ahora el sonido era más que aceptable.
Sucesión de acordes, algunas escalas, e incluso me atreví a reproducir los pocos "riffs" que aún recordaba.
Sonaba como nunca.
El sonido de la guitarra junto con el orgasmo femenino siempre han sido lo mejor que puede escuchar uno.Y a cada cuál mejor.
Entonces recuerdas lo que era estar horas y horas tocándola (la guitarra), arrancandole las mejores notas, los tonos más dulces.
Recuerdas la razón por la cual un músico nunca deja de serlo, por qué se pasa la vida pegada a un instrumento.
Recuerdas esas razones que nunca serías capaz de explicarle a nadie por mucho tiempo que empleases, a no ser que fuera a otro músico.
domingo, 9 de junio de 2013
Podía decir que estaba boca arriba por la presión que sentía en la espalda. Y por cómo cambiaba la oscuridad cada vez que abría y cerraba los ojos.
El suelo, húmedo, contribuiría a un posible constipado si no me iba pronto de allí.
Encima mía, el cielo negro, tan cerca que se encontraba sobre mi cara pero tan lejos que ni en un millón de años podría alcanzar siquiera una de las estrellas.
Entonces te das cuenta de que no somos nadie.
Somos un granito insignificante en una kilométrica playa de arena.
Entonces te levantas, sabiendo que aunque no serás nadie para el mundo, esperarás ser un mundo para alguien.