jueves, 14 de julio de 2011

15

Era feliz. Parecía todo perfecto, que nunca acabaría, como una cuerda sin final.
Estaba cómodo con aquella cuerda, podía usarla cuantas veces quería, sin miedo.
Pero tiré demasiado de la cuerda. La tensé demasiado... se acabó rompiendo.

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