domingo, 1 de septiembre de 2013

Me encantaba esa pequeña espera desde que entrabas en el portal, subías las escaleras y tocabas a la puerta.
Sonreías, te abría y dejabas el bolso.
Y me besabas, y sonreías.
Y yo no se si sonreía pero no quería que te apartases.
Pero tenía hambre, había que hacer la cena y quedaba aún lo mejor de la noche.
Y si tenía aún más hambre, te acaba cenando a ti.
No sé, supongo que eso era la felicidad

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