miércoles, 26 de octubre de 2011

Y no, no estaba aquí para reprochar nada. No era la culpa de nadie. Nadie tiene por qué oírme...
Pero apelo a mi derecho sobre la libertad de expresión, y nadie está obligado a aguantarlo.
Pero la vida se ha vuelto una jodida mierda.
Todo era demasiado bueno como para ser real... o al menos... todo.
Haz cosas buenas, y te pasarán cosas buenas...
Y te encuentras en la calle, yendo a ningún sitio, simplemente caminando por no quedarte dentro de esas cuatro paredes que se han convertido en un verdadero suplico, lleno de golpes, grietas, sangre por el suelo y gritos ahogados en cada rincón.
La lluvia cae sobre ti, no importa la cantidad, sabes que cae, fría o caliente, sigue sin importar, mientras te preguntas por qué pasan cosas malas si simplemente no haces nada... Lógicamente...no debería pasar nada.
Pero no, si un día el destino fue bueno, hoy es cruel.
Hoy te tira a la acera, te pisa, te escupe y se regocija de ello.
Y te preguntas qué pasaría si... desaparecieras.
Solo para ver, como queda el mundo sin ti...
Porque de repente...lo recuerdas.
Encuentras esa acera hecha a tu espalda. Amoldada a ti.
Has caído tantas veces que te resulta un lugar cómodo y cálido, al que siempre has pertenecido.
El suelo, tu asiento preferido, y el polvo, un sabor muy común.
¿De qué coño sirve levantarse si vas a acabar en el mismo sitio?

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