lunes, 8 de julio de 2013

Con los libros me gusta ir como con las chicas. Poco a poco.
Leer a diario un poco, aunque sea un par de páginas por el simple hecho de no dejar un día sin haber avanzado nada.
Eso no quita que algún día (sobretodo por la noche, cuando hay poco que hacer), me dé por leer cien páginas y avanzar mucho.
Releer las partes que no entiendo o los trocitos que me hayan gustado.
El final es más como hacer el amor (y claro, el sexo no llega hasta que se está bastante avanzado con esa chica). Estás deseando que llegue para ver qué pasa, pero a la vez no porque no quieres que acabe. Y llegas al final, que será mejor o peor dependiendo de cómo se haya desarrollado el libro, y entonces te sientes vacío porque no hay más, porque la historia se ha acabado.
No sé, a mi me parece una buena metáfora. Cuasiperfecta por así decirlo.
Un libro por lo último que me gana es por la portada (aunque te tiene que entrar por la vista: autor, titulo, contraportada...), porque como lo de dentro no sea interesante... mal vamos.
Y con un final que te haga decir: "Joder, qué bueno". Sí, como si fuera un buen polvo.
Así que nada, sigo con mi libro, que aún me queda por leer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario